domingo, 18 de abril de 2010

LA CRÍA DE TERNEROS DEL REBAÑO LECHERO (II): ALIMENTACIÓN SÓLIDA.

El ternero al nacimiento cuenta con un preestómago poco desarrollado, con un crecimiento papilar, una musculatura, flora microbiana y una vascularización prácticamente inexistentes. Pues bien, la alimentación sólida es fundamental para desarrollar el rúmen, además de dotarlo de capacidad de contración y absorción. Además, los alimentos sólidos deben complementar los nutrientes proporcionados por la leche.

La digestión microbiana de alimentos sólidos en el rúmen produce ácidos grasos volátiles, lo que estimula la formación de las papilas y al absorción ruminal. Son los piensos los alimentos con mayor concentración de ácidos grasos, por lo tanto, el consumo por parte del animal de dichos alimentos estimulará la función digestiva del rúmen. El ternero comienza a consumir pienso de forma cuantiosa a partir de al tercera semana de edad, sin embargo, se recomienda ofrecerlo a partir del tercer o cuarto día de vida, con el fin de que se vaya acostumbrando a él, para que empiecen a consumirlo poco a poco, y vaya induciendo el desarrollo de las papilas ruminales.

Los buenos piensos de arranque deben ser apetecibles, sabrosos, con un contenido protéico del 18-20 % y fácilmente digestibles, deben estar molidos de forma adecuada, ya que los piensos molidos excesivamente provocan problemas respiratorios, un consumo precipitado y una rápida digestión que puede producir timpanismos o acidosis.

Aparte de los piensos, los alimentos fibrosos también son importantes. Como se ha mencionado anteriormente, el rúmen del neonato prácticamente carece de volúmen y de actividad muscular. Los alimentos fibrosos estimulan y fortalecen las capas musculares dotándolas de movilidad al tiempo que aumentan su tamaño, previenen la queratinización y el anormal desarrollo de las papilas ruminales, y provocan la secreción de saliva, esto es muy importante ya que la saliva tiene efecto tampón, ayudando a mantener constante el pH ruminal.

Los terneros, instintivamente tienden a buscar alimentos fibrosos desde que nacen, llegando a consumir la paja de las camas. Por razones higiénicas esto es desaconsejable, por lo tanto se les deberá suministrar algún tipo de alimento fibroso desde el nacimiento. El consumo de forrajes por parte del ternero comienza a ser significativo a partir de las 2-4 semanas de vida, hay que añadir que despilfarran más del que consumen. Estos alimentos producen menos ácidos grasos que los concentrados, además, en el caso de que el ternero guste más de comer forrajes, lo hará en perjuicio del pienso. Por lo tanto, una opción sería la de suministrar granos de cereal aplastados o groseramente molidos. Con esto, se cubrirá las necesidades de fibra del animal, dejando la administración de forraje hasta la octava semana de vida.

1 comentario:

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